Un resbalón cualquiera da en la vida
Hubo un tiempo en que, ante el espanto de los sectores más conservadores de norteamerica de que el comunismo Ruso pudiese horadar sus convenientes bases ideológicas, se hizo uso de todas las formas posibles de denigrar del sistema económico propuesto por Marx y Engels… y por supuesto, el cine también encajaba dentro de estos medios. Surgieron, entre muchas otras, películas como “Ninotchka” (1939) o “Camarada X” (1940) que atacaban de un sólo lado, dejando sentadas las innumerables carencias o la crueldad a la que se sometería quien se acogiese al leninismo. Pero, tras la guerra, los buenos términos en que quedaron EEUU y la Unión Soviética –aliados y protagonistas en su triunfo contra el fascismo- motivó una repulsa más moderada contra el nuevo amigo y así surge una película como esta de Ralph Thomas que, curiosamente, deja sentada una posible cercanía entre ambas naciones, admite señalamiento de debilidades de ambos sistemas y muestra que pueden ser tan tontos los militares de aquí como los de allá.
Infortunadamente, a la comedia le falta brillo, buen gusto y una hábil dirección. Ralph Thomas, fue apenas un director de oficio comprometido sólo con el negocio pero nunca con el arte. Katharine Hepburn –por primera y única vez en su carrera-, haciendo de militar y heroína rusa, resulta desencajada, sobreactuada y fuera de lugar. Me parece verla junto a Spencer Tracy, el día de la premiere, cubriéndose cada tanto el rostro o girando ambos frecuentemente la cabeza de un lado a otro, ante tanta, pero tanta bobería.
Ni a su co-intérprete, Bob Hope, le sirvieron todas las marañas que se inventó durante el rodaje, cuando buscó como pudo que el guión de Ben Hecht se modificara en su favor, pues temía que Kate pudiera robarle algún protagonismo. Horrorizado con tal indelicadeza, el famoso guionista abandonó los Estudios Pinewood, en Inglaterra y exigió que su nombre fuera excluído de los créditos. Curiosamente, en la copia que yo he visto, su nombre figura contra sus deseos.
Resulta además, poco delicado con las damas rusas, que en estos filmes que hemos citado, sean tres mujeres las que se han visto tentadas con el “encanto capitalista” como si no hubiese hombre alguno que también se aviniera con el consumismo y con los atractivos físicos de las mujeres americanas.
Pero ¡así es la vida!, y con holgada frecuencia, el cine también demuestra que, según quien lo haga, puede estar tan lejos del arte como un automóvil de evolucionar en mariposa.
Título para Latinoamérica: “LA FALDA DE HIERR0”